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Literatura Erótica, Relatos Eróticos

Relatos eróticos: Cuerpo a cuerpo

Ya estamos en el cuadrilátero. Él frente a mí, musculado, fuerte, yo apenas aguanto el peso de los guantes, que ha tardado un cuarto de hora en colocarme. Me acerco, estamos a medio metro, puedo sentir el olor de su piel mezclada con perfume. Y me cuesta concentrarme en las indicaciones sobre movimientos básicos que me da, porque no puedo dejar de mirarle los hombros y el semblante divertido dibujado en sus labios.

Dije que si él podía boxear, yo también. Evidentemente, una vez pasado el efecto de las cervezas, me arrepentí de inmediato. Hace tiempo que nos buscamos, que nos encontramos en el bar del gimnasio, y nos enrollamos hace unos meses, pero el sábado me picó, y caí de cuatro patas. Y aquí estoy, pagando prenda. Suerte que ha accedido a que estemos solos, para evitar que yo haga el ridículo.

Una chica de su equipo de boxeo me ha dejado la ropa. Un top fucsia, que me sujeta fuerte los pechos, una minifalda negra de cintura alta, con bragas también magenta, y unas botas hasta media caña, que al primer paso, ya he tropezado sola.

Con los puños ante la cara, mueve los pies rítmicamente, calentando, no sé porque, al primer puñetazo quedaré KO técnico.

Sonrío nerviosa, intento imitarlo, pero la lona del cuadrilátero es más blanda de lo que creía, y me siento rara cuando me muevo. Él va girando a mi alrededor, incluso parece que bailamos. En una de las vueltas, cuando pasa a mi lado, me da un cachete en el culo. Intento golpearlo, pero sólo remuevo el aire, él ríe, pero a mí no me ha hecho gracia, y lo miro fijamente, competitiva.

Alzo la mano y le doy un golpe en el guante. Un golpe seco. Siento como me tiembla todo el brazo hasta el hombro, con un dolor punzante.

–Ay...

–¿Estás bien? ¿Quieres que paremos? –Pregunta preocupado.

–Sí, estoy bien –Respondo moviéndolo en círculos –Sigamos ¿o es que me tienes miedo? –Le desafío burlesca.

–Ya… Muy chula estás tú… jajaja… oye, golpea de abajo hacia arriba, no lo hagas con el brazo recto o te harás daño de verdad. –Asiento con la cabeza, y golpeo como me ha dicho, ahora sí, la presión en los dedos ha sido más cómoda, pero vaya, parezco de mantequilla.

Entonces, él salta abriendo y cerrando más rápidamente las piernas, no puedo controlar con los ojos todos los movimientos de brazos y piernas, increíble lo ágil que es. Retrocedo a cada paso que da, él avanza, hasta ponerme contra las cuerdas, con una mano en cada lado, intento pararlo pero los guantes me resbalan con una especie de glicerina que lleva untada en su torso, y se me abren los brazos, él se acerca, me roba un beso y se aleja.

Enfurecida, lo sigo con la intención de golpearle, pero ni me acerco, se mueve demasiado rápido, va de derecha a izquierda como si no tocara el suelo, y me vuelve a cachetear en el culo, grito de rabia, pero todavía le divierte más, joder… me estoy cansando como una burra y ni lo toco, cuando de repente, uno de mis golpes choca contra su brazo al girarse y sin querer, me golpea en el costado, haciéndome perder el equilibrio.

No sé cómo lo hace, pero antes de caer, él ya se ha agachado.

Cuando me agarra para detener el golpe, noto la frialdad de los guantes en la espalda, y quedo sostenida entre sus brazos. En un acto reflejo, le rodeo el cuello con los míos, me incorpora, quedando de pie, abrazados, mirándonos a los ojos, y es inevitable no sentir la atracción, candente, el corazón se acelera cada segundo que le aguanto la mirada y nos acercamos poco a poco, hasta sentir mis labios sobre los suyos, que se abren, dispuestos a jugar.

Pero le hago la cobra cuando está cerrando los ojos, al abrirlos soy yo quien ríe maléfica.

–Eso va por el que me has robado antes. –Le digo guiñando un ojo. Le hace gracia, y también sonríe.

–¿Ah, sí? Yo diría que tienes las mismas ganas que yo… –Dice seguro de sí mismo, con voz gutural.

Ufff… es oírlo, y un escalofrío me recorre todo el cuerpo, hasta la entrepierna, y acercándose de nuevo, me rodea la cintura, mientras los labios se buscan, recordando aquel día, hambrientos el uno del otro, después de meses jugando, y no lo puedo evitar, le deseo con tantas ganas que me entrego incondicional, cierro los ojos para disfrutar de la sensación de su lengua jugando con la mía. Cada vez más hambrientos, calientes. El contacto cuerpo a cuerpo es brutal, el calor de su piel, los brazos fuertes rodeándome… mmm… pasan los minutos y seguimos abrazados, cansando las lenguas, quemando las ganas que nos tenemos.

Intento agarrarme fuerte a él, pero con los guantes es imposible. Con los dientes, se desabrocha un guante y con la ayuda del otro codo, se lo saca. Yo lo intento, pero está demasiado fuerte. Espero que se quite el otro, más fácilmente y le alargo las manos.

–No te los pienso sacar.

Le miro sorprendida. Hago un ridículo juego de pies como si le fuera a noquear, pero me acaricia y nos volvemos a besar, hasta acabar en el suelo.

Le vuelvo a pedir que me quite los guantes, que le quiero tocar, pero cuando tiene la intención de hacerlo, separa las bandas de velcro, y pasándome un brazo por encima de la cuerda inferior del ring, los engancha entre ellos, quedando sujeta por encima de mi cabeza, tumbada sobre la lona. Intento desatarme, pero no puedo. Me mira satisfecho, mientras pasa las manos por mi cuerpo, recorriendo la ropa, metiendo las puntas de los dedos por debajo, jugando entre mis labios, ufff… me baja la falda con las bragas hasta los tobillos, desnudándome de cintura para abajo. Me abro tanto como puedo de rodillas, le tengo muchas ganas. Me hace lamerle dos dedos, y sigue jugando con ellos en mi coño, mientras con la otra mano, baja lo suficiente el top para comerme los pechos, las cosquillas de la boca y los dedos, me hacen perder el control, noto una punzada cuando me muerde el pezón, me quejo gimiendo, pero él sigue masturbándome, chupando, erecto bajo los pantalones, marcándola dura, y empiezo a notar el orgasmo, le miro suplicante, él se me acerca y nos comemos la boca, con su mano en mi pecho y friccionando rápido, haciéndome temblar hasta correrme brutalmente en su mano, quedando KO sobre el ring.

Me desata y saca los guantes. Y se tumba a mi lado, esperando a que me rehaga un poco.

Al cabo de unos minutos, me quito la ropa de los tobillos y cuando me voy a poner encima de él, me coge de la mano y me ayuda a levantar.

–Ven, te quiero enseñar las duchas nuevas. –Dice separando las cuerdas, para que pueda salir del cuadrilátero.

 

Relatos Eróticos

Lady Wits

Fusionando realidad y ficción, quiere transmitir sentimientos y percepciones a través de los relatos eróticos, para transportar al lector más allá del espacio-tiempo en el que se encuentra. Abierta y comprometida con la cultura. Para ella el erotismo es parte importante de la realidad que nos rodea.

ladywits.blogspot.com.es/

26 marzo, 2020 - Lady Wits

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