Hace frío. Como siempre, dormimos espalda con espalda. Debajo de la manta, con los ojos todavía cerrados, noto como Biel frota las piernas, debe estar despertándose.
Me giro hacia él, cuando me muevo, la calidez de la cama se mezcla con el olor del suavizante de las sábanas y su colonia, una mezcla explosiva para mi libido, que me pone a tono, deseándolo. Me toco el miembro por encima de los eslips, e imagino su musculatura debajo de la camiseta cuando alza el codo para rascarse la cabeza, mientras se estira bostezando.
Me acerco, aprovechando que abre el brazo hacia mí, para poner la cabeza sobre su pecho y abrazarlo. Aún adormilado, pone la mano sobre mi hombro y me besa el pelo. Respira calmado, sonriente. Y me deshago por dentro. Le doy un beso en el pecho y pongo la mano sobre su miembro, que también se despierta lentamente, como él. Yo en cambio, estoy muy excitado, la erección me empieza a controlar, pero por experiencia, sé que es mejor no agobiarle o acabaremos cabreados.
Espero un rato, y pasando la pierna por encima de la suya, aprieto el miembro duro contra su muslo.
—Mmmmmmmm… —suena su garganta complaciente. —Javi, tengo que ir a trabajar, lo tendremos que dejar para la noche.
—Vengaaaa… sólo 5 minutos—le suplico dulce.
— Ya, claro… sabes que no nos bastará con cinco minutos—dice sonriente, y por primera vez hoy, abre los ojos y me mira cariñoso, pero al ver mi cara de decepción, no se puede resistir.—Vale! Pero deberán ser los 5 minutos de la ducha, ¡ni uno más!
— ¡Te lo prometo!—y saltamos de la cama, desnudándonos lo más rápido posible. Corriendo, entramos en la ducha, excitados, calientes, erectos, y nos empezamos a besar abrazados.
Mientras esperamos que salga el agua caliente, cojo la botella de champú, reparto un poco entre los dos y empezamos a jugar a cuatro manos, enjabonándonos todo el cuerpo, por delante, febriles, y ahora sí, bajo el agua tibia, me pongo a su espalda, tiene la mano derecha en la nuca y la otra a la altura del muslo, que pone bajo la espalda, me acerco más, poniendo mi miembro entre sus dedos, que sujeta firme, quieto, dejando que le folle la mano, mordiéndole el hombro, y pasando el brazo por su cintura, le empiezo a masturbar, al mismo ritmo de las embestidas al moverme.
Lamentando que sólo me haya regalado cinco minutos.

Fusionando realidad y ficción, quiere transmitir sentimientos y percepciones a través de los relatos eróticos, para transportar al lector más allá del espacio-tiempo en el que se encuentra. Abierta y comprometida con la cultura. Para ella el erotismo es parte importante de la realidad que nos rodea.
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