Lleva diez minutos en el pub mirándome desde una mesa del rincón, bebiendo una cerveza. Yo estoy en la barra, pidiendo, necesitaba desconectar del día de mierda que he tenido.
Me indica que vaya, me ofrece una silla a su lado, pero le digo que no con una sonrisa, la verdad es que me ha gustado la primera impresión. Ahora me pregunta señalándose, e indicando con la mano si viene él hacia mí, también le digo que no. Y sonríe, porque sabe que iré, y yo también. Cojo la clara, y voy hacia él, que me repasa de arriba abajo, mientras me pone la silla hacia mí, y me siento con las piernas cruzadas.
Desde el primer momento el feeling es brutal, la atracción entre ambos se respira en el ambiente, la conversación es banal, hablamos de trabajo, del gimnasio, de fútbol,… cualquier tema nos va bien, la cuestión es seguir con lo que sea que estamos haciendo, acercándonos. Un leve contacto de mi botín en su pierna, sus dedos en mi espalda, cuando me recoge el fular que me ha caído al suelo, ponerme el pelo tras la oreja, coqueta,… detalles que nos queman por dentro, hasta que decidimos ir a su casa.
No han pasado ni cincuenta minutos…
La noche es fría. Si fuera con uno de mis amigos, lo cogería del brazo y me sentiría cercana, haciéndole bromas tontas, apoyándome confiada. Con él, ando a su lado, con las manos en los bolsillos de la chaqueta, mirándolo de reojo mientras me habla de la zona por donde paseamos. Es muy atractivo.
Llegamos a su piso, de golpe todo lo que nos hemos dicho se me olvida. Entramos, me pide el abrigo, que cuelga en una percha detrás de la puerta y dejo el bolso colgado al lado.
—¿Quieres tomar algo?
—No —Y me acerco lentamente, mirándole a los ojos, y le doy un primer beso, que me devuelve, no me acostumbro a la sensación de besar unos labios desconocidos, es excitante y contrariado a la vez, no hay sentimientos, sólo deseo, que se transforma en hambre, fuego que quema por todo el cuerpo, compartiéndolo con las lenguas, que juegan ávidas, entregadas, invitando a las manos a tocarnos, conociéndonos el cuerpo, primero de pie en medio del recibidor, después, contra la pared, más atrevidos y calientes.
Con él conectamos, es como si hiciera años que lo hacemos, y todo va rodado, el deseo es pasión desenfrenada, y con nada nos basta. La necesidad de saborearnos nos entorpece los movimientos mientras nos desvestimos el uno al otro, quedando desnudos, calientes y hambrientos.
Tiene un cuerpo musculado, fuerte, demasiado para mi gusto, apenas puedo rodearlo con los brazos, decido colgarme de su cuello, pero él se agacha a lamerme un pecho, y luego el otro. Apoyada en la pared, miro hacia el techo, notando su lengua recorriendo mi cuerpo, hasta llegar a las caderas, y adentrarse entre los muslos. Alzo una pierna, poniéndola en su hombro, abriéndome, regalándome a él, que me devora hambriento, agarrándome fuerte, apretando la lengua fallándome, y gimo caliente. Sentir su lengua jugando en mi interior, me pone mucho, sobre todo cuando se dedica a lamerme el clítoris, rápido, insistente, implacable,… y noto las piernas como me tiemblan, pongo la mano en su cabeza, no quiero que pare, y no puedo evitar gritar cuando exploto brutalmente en su boca… Mmmm…
Se levanta y me mira, satisfecho por mi sonrisa medio tímida, y vamos a la cama.
Me hace tumbar en medio, hacia el cabezal de forja. Me pone un cuadrante alzándome la cabeza, y se sitúa encima, acercándome sus huevos a la boca. Los lamo y chupo suavemente; con la mano le empiezo a masturbar, mientras le sigo comiendo los huevos, lentamente, disfrutando de darle placer, se aparta un poco para dejar que le lama el miembro, llenándome la boca mientras se endurece, y lo miro encima mío, como una torre levantada, cogido al cabezal. Al cabo de un momento, cuando lo tiene bien mojado, lo pone entre los pechos, que junto rodeándolo, apretándolos fuerte, mientras me los folla, chupando la punta cuando emerge de en medio y me llega a la boca.
Empieza a gemir, sonidos guturales que me encienden todavía más, y acelera, siento la presión del miembro duro restregándose contra mí, rojo y caliente, potente, apuntándome a la cara, a la boca abierta que le espera en cada embestida, y entonces, se lo coge, y se masturba hasta correrse sobre mis pechos, agarrando con la otra mano al cabezal, desahogándose abundantemente sobre mí, quedando acalorado, exhausto y satisfecho.
Me besa, va al baño y me trae una toalla mojada, que uso para limpiarme los pechos, y él su miembro.
No han pasado ni diez minutos que nos buscamos y empezamos de nuevo, me gusta su sabor, su temperamento, su misterio, y me vuelve loca con las manos y la lengua.
Vuelvo a estar húmeda, le pido un condón, que dejo al lado de la almohada, mientras me pongo encima suyo y me restriego contra su miembro que noto endurecerse de nuevo, y le beso, mientras se lo pongo, preparándome para montarlo como a mí me gusta, a mi ritmo, utilizándolo a mi gusto, haciéndolo objeto de mi deseo, tantas veces como haga falta, y me abalanzo dulce, disimulando la gata caliente que me controla, y que él no sospecha que tiene encima.
Relatos eróticos

Fusionando realidad y ficción, quiere transmitir sentimientos y percepciones a través de los relatos eróticos, para transportar al lector más allá del espacio-tiempo en el que se encuentra. Abierta y comprometida con la cultura. Para ella el erotismo es parte importante de la realidad que nos rodea.
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