Espero sentada en la cama, llevo más de una hora arreglándome para ti, depilada, duchada, exfoliada, hidratada, incluso me he planchado el pelo, me encanta jugar retorciéndolo con los dedos y ver cómo se desliza para volver a quedar liso, fuerte y brillante. He preparado la botella de aceite para masaje que me has dicho que ponga en la mesilla, velas, condones, «cleenex» y un gel lubricante nuevo que he comprado para probar, hoy tienes ganas de jugar, más que yo, pero nos vemos poco y tenemos que aprovechar.
Suena el timbre, abro para comerte a besos, pero estás hablando por teléfono, me saludas alzando las cejas, indicando que me calle y vas hacia el comedor, oigo tu voz mientras voy hacia el dormitorio, espero…
Al cabo de 10 minutos entras, contándome de qué iba la llamada, ni un beso.
– Ven, desconecta del trabajo – te digo comprensiva, y me pongo de pie, ayudándote a quitar la corbata y la camisa, cuelgas la ropa en tu percha y vienes a la cama, desnudo, te tumbas con la mano debajo de la cabeza, mirando el techo, me pongo a tu lado y empezamos a besarnos, de pronto, te sientas sobre mis muslos, con las rodillas abiertas, me sacas el picardías, me pones aceite en los pechos y el coño, mientras te cuento que tengo un nuevo lubricante, pero ni me escuchas, te estiras encima mío, abriéndome las piernas con las tuyas, pasas las manos aceitosas por mi pelo planchado, y me comes la boca agresivo, moviéndote, buscando el agujero, empalmado, seguro que quieres que te ayude a ponerla, pero no tengo ganas, no me lo estoy pasando bien, has roto la magia, pero como buen amante que eres, lo consigues, y me follas, bestia, resoplando como un búfalo, con los ojos cerrados, no me miras, porque sabes que no actúas bien, y haciendo la marcha atrás, te corres sobre mí y te tumbas al lado.
Mientras noto el semen escurriéndose hacia el ombligo, decido que te acabas de sentenciar.
– Brutal! – te levantas y te empiezas a vestir, tu mujer te espera.
Te miro indiferente, no entiendo qué hago contigo, no me quieres, sólo me follas, porque te lo pasas mejor que con ella, que no te la chupa, y ahora, me doy cuenta de que hace tiempo que yo tampoco te quiero, pero seguimos, sigues con dos relaciones baldías que no te llevan a ningún sitio, y ya me he cansado.
Te vas, corriendo, ni un último beso.

Fusionando realidad y ficción, quiere transmitir sentimientos y percepciones a través de los relatos eróticos, para transportar al lector más allá del espacio-tiempo en el que se encuentra. Abierta y comprometida con la cultura. Para ella el erotismo es parte importante de la realidad que nos rodea.
Deja una respuesta